Desde siempre en el interior del ser humano se ha librado una lucha que tiene como contrincantes el deber y el placer. Queremos hacer lo que deseamos y dejamos de hacer lo que debemos. De hecho, para que nos alimentáramos, estudiáramos o nos aseáramos, nuestros padres o quienes nos criaron, tuvieron, probablemente, que apelar a métodos persuasivos o coercitivos con la esperanza de enseñarnos el papel de lo necesario y no únicamente de lo agradable.
Al hacernos adultos, decidimos por conciencia o por crisis, nuestras acciones o hábitos. Si no hemos madurado lo suficiente como para saber lo que queremos, responsabilizarnos y pagar el precio para alcanzar nuestros sueños, las excusas se convierten en aliados que nos quitan peso en lo inmediato, pero a largo plazo, nos traen grandes problemas y frustraciones. Las evasivas, coartadas o excusas, nos impulsan a anclarnos en lo familiar, cómodo y satisfactorio, y nos impide avanzar con esfuerzo organización y tesón.
Lamentablemente, como no se puede "tapar el sol con un dedo", hay momentos cuando el autoengaño deja de funcionar y no nos queda otra alternativa que despertar, abandonar las excusas y ponernos a trabajar en lo que hemos evadido. Si no lo hacemos, padecemos culpa y sufrimos. Para evitar estos momentos de intenso malestar es necesario abandonar las justificaciones, cambiar de forma de pensar y actuar en direcciones distintas, creativamente.
Existen algunas excusas frecuentes o "favoritas" con las que queremos mostrar incapacidades personales o dificultades externas inevitables. "No sé", "no puedo", "no debo" y "no quiero", son códigos comunes en los evasores, quienes no optan por preguntarse ¿cómo hago para saber?¿cómo hago para poder?¿hasta qué punto debo o no debo, realmente? y ¿por qué no quiero? Culpar a padres, parientes, gobernantes o situaciones, a veces nos calma pero no resuelve los problemas.
Al evadir, los pequeños problemas se agravan, lo que ya es crítico se hace crónico y si no actuamos favorecemos la crisis y el caos. La pregunta obligada es: ¿A quién culpamos para no enfrentar nuestras dificultades?¿ Qué hace falta para que nos atrevamos a desafiar la comodidad y los temores?
Hay casos históricos emblemáticos e instructivos de personas que parecían imposibilitadas y dejaron huella. Ellos nos enseñan a luchar y retarnos. Hellen Keller era ciega, sorda y muda y se convirtió en escritora respetable, ejemplo para todos los impedidos del mundo. El cantante Steve Wonder, el físico Stephen Howkins y el mismo músico Bethowen son prueba de la superación por encima de excusas y dificultades.
Para cambiar hay que aceptar que vivimos de excusa en excusa, y que ellas reflejan temor a enfrentar situaciones que nos resultan amenazantes. Luego es necesario definir con precisión cuáles son las excusas que hemos desarrollado en cada área de nuestra vida. ¿Qué excusas te impiden buscar trabajo, trabajar en lo que te gusta, estudiar, elevar tu nivel intelectual, bajar de peso, superar la violencia, organizar tu tiempo, ahorrar o vencer una enfermedad?
Si aceptas tus excusas y las detectas, lo próximo es emprender un plan de nuevos pensamientos, nuevo lenguaje y nuevos actos. Planifícalo, escríbelo, practícalo y úsalo. Cree, confía en tus capacidades, ten fe en que encontrarás salidas positivas,
Después, muy importante, te toca montar un cerca de protección y no hacerte eco de los miles de comentarios de personalidades "víctimas" que todavía se encuentran en el lugar oscuro del que tú ahora decidiste salir. Hay que dejar un camino cuando se quiere tomar otro. Alejarse de personas negativas y resignadas, y evitar conversaciones desanimantes.
El camino es más fácil cuando lo recorremos con quien ya lo conoce. Así que busca apoyo en quienes ya han logrado abandonar las excusas y se muestran activos, optimistas y productivas. Copia lo bueno, llénate de esa energía, frecuenta nuevos ambientes y nuevas personas. Lee nuevos libros, hazte una nueva vida.
Aunque al principio te resulte difícil, nunca te trates como a una estadística. No repitas que otros fracasaron y que por eso tú no lo intentas. Esa es una de las excusas más grandes y comunes. A cada persona la vida le tiene preparado su propio camino. Intenta, insiste, arriesga sin dañar a los demás y en su momento, más pronto que tarde, llegará tu recompensa. No te desanimes fácilmente no esperes resultados inmediatos y no te olvides de Dios, no dejes de creer en las posibilidades ocultas ni en los milagros.
Dijo Norman Vincent Peale: "Cuando creas que puede pasar, pasará". Otros en peores circunstancias salieron adelante. No digas que no puedes. "Cero excusas". La vida es un desafío, enfréntalo. Deja de correr, sé valiente y hazte merecedor del derecho a vivir.
Lic. Renny Yagosesky
miércoles, 7 de enero de 2009
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